Edgar Wallace fue el primer escritor británico de novela negra que utilizó policías como protagonistas, en lugar de sabuesos aficionados, como hacía la mayor parte de los escritores de la época.
Sin embargo, sus héroes solían ser investigadores especiales, como ocurre con el protagonista de El misterio de la vela doblada, T.X. Meredith, un joven subcomisario de Scotland Yard que debe utilizar su especial percepción e inteligencia para resolver un caso en el que se juega la vida de su amigo John Lexman, escritor de novelas de misterio.
Su ingenioso argumento, sus personajes y sus diálogos, tan rápidos e interesantes, nos atrapan desde el primer momento hasta el sorprendente final.
Biografía de Sir Edgar Wallace
Richard Horatio Edgar Wallace nació en el distrito londinense de Greenwich el 1 de abril de 1875. Era hijo ilegítimo del actor Richard Horatio Edgar y de la actriz Marie "Polly" Richards, quien lo hizo bautizar por un sacerdote católico y lo inscribió en el registro parroquial como hijo de Walter Wallace, un personaje ficticio.
Más tarde fue adoptado por George Freeman, un mozo del mercado de pescado de Billingsgate. Abandonó definitivamente la escuela a los doce años, si bien a partir de los once sólo asistía a clase parcialmente, pues se ganaba la vida vendiendo periódicos.
Desde entonces hasta los dieciséis años trabajó sucesivamente en varias imprentas, en una zapatería, en una fábrica de impermeables, como cocinero en un buque, como albañil y como repartidor de leche, para enrolarse luego en el ejército, sirviendo seis años en Africa del Sur, donde fue, sucesivamente, corresponsal de la agencia Reuter (1899/1900), del "Daily News" (1901) y del "Daily Mail" (1901/1902).
Más tarde fue adoptado por George Freeman, un mozo del mercado de pescado de Billingsgate. Abandonó definitivamente la escuela a los doce años, si bien a partir de los once sólo asistía a clase parcialmente, pues se ganaba la vida vendiendo periódicos.
Desde entonces hasta los dieciséis años trabajó sucesivamente en varias imprentas, en una zapatería, en una fábrica de impermeables, como cocinero en un buque, como albañil y como repartidor de leche, para enrolarse luego en el ejército, sirviendo seis años en Africa del Sur, donde fue, sucesivamente, corresponsal de la agencia Reuter (1899/1900), del "Daily News" (1901) y del "Daily Mail" (1901/1902).
A los veinte años de edad publicó un tomo de versos, pero después se dedicó principalmente al género novelesco, con lo que alcanzó pronto gran popularidad.
Escribió varios millares de relatos cortos, una veintena de comedias e infinidad de artículos de carreras de caballos y crítica teatral, además de ciento cincuenta novelas, en la mayoría de las cuales el protagonista es el invesigador privado Reeder.
Se destacan entre sus escritos: "The four just men" (Los cuatro hombres justos), "The man who bought London" (El hombre que compró Londres), "The green archer" (El arquero verde), "The angel of terror" (El ángel del terror), "The twister" (El tortuoso), "The secret house" (La casa secreta), "The man who was nobody" (El hombre que no era nadie) y "The door with seven doors" (La puerta de las siete cerraduras) entre tantos otros.
Durante algún período en los años veinte, se vendían 5.000.000 de ejemplares de sus libros al año: uno de cada cuatro vendidos en Londres era suyo. Al mismo tiempo llegaron a representarse simultáneamente hasta seis comedias suyas en los escenarios de la capital británica.
Escribió varios millares de relatos cortos, una veintena de comedias e infinidad de artículos de carreras de caballos y crítica teatral, además de ciento cincuenta novelas, en la mayoría de las cuales el protagonista es el invesigador privado Reeder.
Se destacan entre sus escritos: "The four just men" (Los cuatro hombres justos), "The man who bought London" (El hombre que compró Londres), "The green archer" (El arquero verde), "The angel of terror" (El ángel del terror), "The twister" (El tortuoso), "The secret house" (La casa secreta), "The man who was nobody" (El hombre que no era nadie) y "The door with seven doors" (La puerta de las siete cerraduras) entre tantos otros.
Durante algún período en los años veinte, se vendían 5.000.000 de ejemplares de sus libros al año: uno de cada cuatro vendidos en Londres era suyo. Al mismo tiempo llegaron a representarse simultáneamente hasta seis comedias suyas en los escenarios de la capital británica.
Aunque los antecedentes de la literatura policíaca son antiguos, fue sin embargo a mediados del siglo XIX cuando, merced al crecimiento de las aglomeraciones urbanas, al desarrollo de la prensa y al nacimiento de la policía científica, el género comenzó a adquirir rasgos definidos y muy diferenciales.
Edgar Allan Poe (1809-1849) puso sus cimientos, particularmente, con "Los crímenes de la calle Morgue" que introdujeron al investigador C. Auguste Dupin.
Otros siguieron este camino, es decir, articular la trama en torno al detective protagonista.
El máximo esplendor se produjo en la escuela anglosajona, con el británico Arthur Conan Doyle (1859-1930), creador del detective Sherlock Holmes y sus compatriotas Gilbert K. Chesterton (1874-1936), creador del Padre Brown y Edgar Wallace con su ya mencionado, investigador Reeder.
En Francia fueron Emile Gaboriau (1832-1873) y Maurice Leblanc (1864-1941), creador del elegante ladrón Arsenio Lupin, quienes impusieron el género, juntamente con Pierre Souvestre (1874-1914) y Marcel Allain (1885-1969), autores de la serie "Fantomas", iniciada en 1911.
Edgar Allan Poe (1809-1849) puso sus cimientos, particularmente, con "Los crímenes de la calle Morgue" que introdujeron al investigador C. Auguste Dupin.
Otros siguieron este camino, es decir, articular la trama en torno al detective protagonista.
El máximo esplendor se produjo en la escuela anglosajona, con el británico Arthur Conan Doyle (1859-1930), creador del detective Sherlock Holmes y sus compatriotas Gilbert K. Chesterton (1874-1936), creador del Padre Brown y Edgar Wallace con su ya mencionado, investigador Reeder.
En Francia fueron Emile Gaboriau (1832-1873) y Maurice Leblanc (1864-1941), creador del elegante ladrón Arsenio Lupin, quienes impusieron el género, juntamente con Pierre Souvestre (1874-1914) y Marcel Allain (1885-1969), autores de la serie "Fantomas", iniciada en 1911.
El desarrollo de la prensa sensacionalista y el nacimiento del cine en episodios en 1908, acrecentaron el interés del público hacia este género, particularmente en Estados Unidos, donde proliferaron las "detective stories".
Edgar Wallace contaba una curiosa anécdota entroncada directamente con la producción literaria que llevó a cabo: ideó, construyó y patentó un artefacto llamado "The Edgar Wallace plot wheel" (La rueda de argumentos de Edgar Wallace), consistente en dos círculos superpuestos.
En el de abajo había escritas, no tan al azar como podría pensarse, una serie de líneas argumentales clásicas del género de novela de misterio, como por ejemplo "amnesia", "asesinato", "robo", "herencia", "accidente" o "explosión".
El círculo superior, móvil, tenía una ventanita. Cuando el autor se quedaba atascado en alguna historia hacía girar la rueda. Cayera donde cayera, Wallace seguía fielmente los dictados que le marcaba este particular método para vencer la temida página en blanco.
Edgar Wallace contaba una curiosa anécdota entroncada directamente con la producción literaria que llevó a cabo: ideó, construyó y patentó un artefacto llamado "The Edgar Wallace plot wheel" (La rueda de argumentos de Edgar Wallace), consistente en dos círculos superpuestos.
En el de abajo había escritas, no tan al azar como podría pensarse, una serie de líneas argumentales clásicas del género de novela de misterio, como por ejemplo "amnesia", "asesinato", "robo", "herencia", "accidente" o "explosión".
El círculo superior, móvil, tenía una ventanita. Cuando el autor se quedaba atascado en alguna historia hacía girar la rueda. Cayera donde cayera, Wallace seguía fielmente los dictados que le marcaba este particular método para vencer la temida página en blanco.
En 1931, en pleno apogeo de su fama como escritor, periodista y director teatral, se presentó como candidato al Parlamento por el Partido Liberal, aunque sin éxito. Ese mismo año se radicó en Hollywood, donde falleció después de escribir para la R.K.O. el guión original de King Kong el 10 de febrero de 1932.
El misterio de los narcisos amarillos
Das Geheimnis der Gelben Narzissen
90 min. | Thriller
Público apropiado: Jóvenes
5/10
Recomendar (1) | No recomendar (1)
Año: 1961
País: Alemania
Dirección: Akos Von Rathony
Intérpretes: Joachim Fuschsberger, Sabine Sesselmann, Klaus Kinski,Ingrid Van Bergen, Albert Lieven, Jan Hendricks, Christopher Lee
Argumento: Edgar Wallace (Relato)
Guión: Basil Dawson, Egon Eis
Música: Keith Papworth
Fotografía: Desmond Dickinson
Flores de sangre
Una serie de mujeres jóvenes han aparecido asesinadas en Londres. Juntos a sus cuerpos, el criminal deja un ramo de narcisos amarillos. Los hechos podrían tener que ver con un asunto de drogas, aunque no se descarta el móvil sexual. En el film basado en un relato de Edgar Wallacedestaca la presencia de Christopher Lee, encarnando a un oriental.
Con estilo propio
Siempre hay tres tipos de personajes en las novelas de Wallace y en las adaptaciones de sus obras, buenos, malos y aquellos de carácter débil que han caído en las garras del mal. Suelen estar protagonizadas por policías ingleses y casi siempre giran en torno a un misterio. La obra acaba la resolución del misterio, como ocurriría posteriormente en el caso de Agatha Christie, de quien Wallace es ilustre predecesor. A principios del siglo XX, el prolífico escritor británico Edgard Wallace estaba considerado el rey de las novelas de misterio. Wallace llegó a escribir 173 novelas, y eso que tras participar en la gestación del guión de King Kong, murió relativamente joven, a los 57 años. Tras su fallecimiento, muchas de sus obras fueron adaptadas al cine, sobre todo en Alemania, país en el que era especialmente popular, y donde se rodó una auténtica oleada de películas basadas en su producción a finales de la década de los 60.
Edgar Wallace fue el primer escritor británico de novela negra que utilizó policías como protagonistas, en lugar de sabuesos aficionados, como hacía la mayor parte de los escritores de la época. Sin embargo, sus héroes solían ser investigadores especiales, como ocurre con el protagonista de El misterio de la vela doblada, T.X. Meredith, un joven subcomisario de Scotland Yard que debe utilizar su especial percepción e inteligencia para resolver un caso en el que se juega la vida de su amigo John Lexman, escritor de novelas de misterio.
Su ingenioso argumento, sus personajes y sus diálogos, tan rápidos e interesantes, nos atrapan desde el primer momento hasta el sorprendente final.
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