| Cesar Vallejo | 1892 - 1938 | Poeta |
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| La figura de César Vallejo (Santiago de Chuco, 1892 – París, 1938), situada en el principio y el final de dos mundos –el americano, bajo la herencia posrromántica y modernista, y el europeo, significativo en cuanto a la renovación estética de las vanguardias– representa el ejemplo más personal y trastocador de toda la lírica contemporánea hispanoamericana.
Nació en Santiago de Chuco, en la zona andina norte del Perú, en el seno de una familia con raíces españolas e indígenas. Desde niño conoció la miseria, pero también el calor del hogar, lejos del cual sentía una incurable orfandad.
En 1910 se matricula en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo y en 1911 viaja a Lima para matricularse en la Escuela de Medicina de San Fernando, pero se retira por carencias económicas.
Apoya a su padre en sus tareas de gobernador y abogado y participa con los trabajadores de las minas de Quiruvilca, lo que recuerda más adelante en su novela El tungsteno. Trabaja en la hacienda azucarera Roma, en el valle de Chicama. Al año siguiente retorna a Trujillo a retomar sus estudios universitarios.
Trabaja como profesor a fin de costearse sus estudios. Siendo profesor de primaria tuvo como pequeño alumno al novelista Ciro Alegría. En 1915 culmina su carrera de Letras y el 22 de septiembre expone su tesis de bachiller, "El romanticismo en la poesía castellana".
En la ciudad de Trujillo aparece su primer libro, Los heraldos negros (impreso en 1918), uno de los más representativos ejemplos del posmodernismo, tras las huellas de Leopoldo Lugones y Julio Herrera y Reissig.
En 1920 hace una visita a su pueblo natal, donde se ve envuelto en unos disturbios que lo llevarán a la cárcel por unos tres meses; esta experiencia tendrá una crítica y permanente influencia en su vida y obra, y se refleja de modo muy directo en varios poemas de su siguiente libro, Trilce (1922).
Al año siguiente parte para París, donde permanecerá (con algunos viajes a la Unión Soviética, España y otros países europeos) hasta el fin de sus días. Los años parisinos fueron de extrema pobreza y de intenso sufrimiento físico y moral.
Participa con amigos como Huidobro, Gerardo Diego, Juan Larrea y Juan Gris en actividades de sesgo vanguardista, pero pronto abjura de su propio Trilce y hacia 1927 aparece firmemente comprometido con el marxismo y su activismo intelectual y político.
Escribe artículos para periódicos y revistas, piezas teatrales, relatos y ensayos de intención propagandística, como Rusia en 1931.
Reflexiones al pie del Kremlin (1931). Inscrito en el Partido Comunista de España (1931) y nombrado corresponsal, sigue de cerca las acciones de la Guerra Civil y escribe su poema más político: España, aparta de mí este cáliz, que aparece en 1939 impreso por soldados del ejército republicano.
Toda la obra poética escrita en París, y que Vallejo publicó parcamente en diversas revistas, aparecería póstumamente en esa ciudad con el título Poemas humanos (1939).
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| Los heraldos negros (1918) | Poesías de filiación modernista, la primera de la serie da título al libro y se refiere a los momentos en que la muerte, o el simple paso del tiempo, nos dan una señal angustiosa, cual sacudida. "...son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema."
Esta imagen, en realidad tan fundada como innovadora, fue objeto de burla de Unamuno, ya que el anquilosamiento retórico en que se hallaba la poesía y la literatura españolas por aquellos tiempos, aún no podía permitir entender que se pudiera extraer lo profundo de lo cotidiano, incluso de lo doméstico.
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Trilce (1922) | Escrito en la cárcel.
De él, dijo el autor: "El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética.
Hoy, y más que nunca quizás, siento gravitar sobre mí, una hasta ahora desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista: ¡la de ser libre! Si no he de ser hoy libre, no lo seré jamás (...) ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva!"
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Tungsteno (1931)
| Tungsteno, es una obra indigenista de protesta social, contra la explotación de los indios por la empresa minera Minino Society (Imperialismo Norteamericano) y por ende muestra la necesidad de la revolución.
En estas páginas crepitantes de rebeldía, el autor no esconde su intención social y la define ideológicamente en el personaje inmortalizado de Servando Huanca marchando a organizar a la clase obrera.
Describe a la vez, de una sola pincelada literaria, al intelectual dubitativo de la pequeña burguesía y perenniza para el recuerdo de los santiaguinos y de los huamachucos al agrimensor Leónidas Benites, quien después de su larga trayectoria de incondicional servidor de la Northern termina poniéndose al lado de la causa de los trabajadores.
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Poemas humanos (póstumo 1939) | Publicado por la esposa del poeta después de la muerte de Vallejo, obra titulada Poemas Humanos en el año 1939.
Es una obra de poesía social, con esporádicas tomas de posición ideológicas profundamente humana. Casi todos los poemas de este libro son póstumos, aunque unos pocos fueron publicados por Vallejo en revistas.
El poeta nunca indicó un título con el cual agruparlos, pero al revisar entre sus escritos se encontró que tenía planificado un libro de "poemas humanos", razón por la que sus editores eligieron titular así sus trabajos en verso y en prosa.
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España, aparta de mí este cáliz
(póstuma 1940) | Obra póstuma de César Vallejo, que sin duda compendia los versos más intensos y hondos que escritor alguno llevó a cabo sobre la Guerra Civil Española.
Véase una prueba premonitoria de su amor por España y su miedo por la derrota de la justicia.
Obligatoria su puesta en relación con el poema III de Trilce, ya que enlugar de decir a los niños -en Trilce sus hermanos- 'no salgais de casa', aquí les conmina a salir a buscar a la madre España.
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En la voz de Susana Baca | en la voz de Héctor Rosales | en la voz de
Fernando Díez de Urdanivia |
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En la voz de
Claudio Obregón |
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